Manifiesto de una soltera convencida




Mira pues sí. Me voy a manifestar, ahí con mis pancartas y mis arengas revolucionarias, como si todo esto que yo digo no estuviera dicho ya y me fuera a sacar de la manga el invento de la rueda.

El ser humano es un individuo cambiante, en continua evolución. Por ejemplo, hoy me gusta una dieta repletita de carne y mañana me convierto en una vegetariana acérrima. Siempre pensé que viviría sola y ahora comparto piso y tan feliz. El "nunca" en la vida no debería pronunciarse de manera tan tajante.
Somos complejos y maravillosos. Un cúmulo de experiencias y opciones que nos convierten en este milagro en continuo movimiento.

Pues yo quise pareja, como quien dice, hasta antes de ayer y hoy, pues mira, no.

Y...¿cómo puede ser eso?. Pues muy fácil. 

Matemáticas emocionales: La inversión de tiempo, esfuerzo, buenos ratos y malos ratos no me compensa. He hecho los cálculos concienzudamente y no le veo yo la ganancia, fíjate tú.




Tengo unas experiencias a mis espaldas que, francamente, me han quitado las ganas. Que sí, que no estoy enfadada, ni traumatizada, ni con necesidades ocultas provocadas por un evento emocional sin resolver,...no. Simplemente me da una pereza de proporciones bíblicas y valoro muy positivamente estar a mi aire.

Para ejemplo un botón:
El otro día presencié estupefacta la dramática discusión de una pareja joven, que en el amparo de la noche, se gritaban improperios desde lejos, cada uno por su lado, para un minuto más tarde correr y fundirse en un beso de cine, y vuelta a empezar. Y yo solo me podía reír, no del drama terrible de los amantes -no soy tan insensible- sino de la felicidad de descubrir, con un agradable cosquilleo, que no tengo que aguantar en mi vida esas cositas desequilibradas y carentes de sentido.

Otro ejemplo:
Hablaba con un amigo el otro día. Me contaba que a pesar de que adora a su novia, después de un tiempo, ha empezado a cansarse en el ámbito de la cama y se siente atraído por otras mujeres, por la idea de otras experiencias. Está bastante frustrado porque este problema no tiene solución en el acuerdo monógamo que ha establecido con su pareja. Situación: aguantar la frustración o abandonar esa relación que le hace tan feliz a otros niveles. Esto daría para un largo debate, pero no es el momento. 

En definitiva: 

No me refugio en las ventajas de estar soltera para tratar de convencer/me de que es genial y maravilloso. Es que lo siento así. Me sale solo.

Me ahorro las discusiones, las noches en vela por un problema, las lágrimas de frustración, la inquietud que despierta la incertidumbre. Me ahorro toooodo ese desgaste innecesario que provoca que dos personas adultas encajen con la expectativa de que, encima, lo hagan a la perfección. Eso es bastante improbable y encima suele tener la caducidad de un yogur.

Me ahorro el aburrimiento de limitar mis opciones. Puedo irme con quien quiera, cuando quiera y a nadie le importa. Y eso es muuuuy genial.

Puedo quedarme en casa haciendo la croqueta, mirando al techo y comiendo comida basura y nadie va a obligarme a levantarme, comer bien y salir al mundo exterior. Me construyo mis magníficas burbujas de placer y nadie viene a estropearlas.




¿Quiero sexo? Pues lo tengo. Aunque sea mal sexo. Porque queridos míos, eso no se elige, te toca al azar en esta lotería lujuriosa de compañeros de cama.


Tengo la cama entera para mí. Siempre, siempre, siempre. Porque he tardado seis años en aprender a apreciar su superficie fresca e inmaculada en todos sus ángulos. Algo impensable mientras respeté el hueco de ese ente emocional imaginario (el espíritu de mis exs) que ocupaba el otro lado de la cama. Ese que describe a la perfección Maxim Huerta en este excelente artículo. Así somos de complejos los seres humanos. 
Aunque veo de una manera más optimista mi conquista de ese espacio en contra de la del autor, que lo ve como un recordatorio de la carencia de amor en su realidad.




No pierdo el tiempo. Mi valioso y querido tiempo. Mi tesssssoro.


Siempre luzco espectacular, divina, súper conjuntada y estilosa. Hasta cuando tengo la regla. Eso solo lo da la soltería, queridas, y lo sabéis. Esa apariencia de perfección se puede prolongar los primeros meses de cualquier relación, ya luego...pues eso...el imperio de la comodidad campa a sus anchas en el armario y en tus ganas de arreglarte.




Porque puedo ser egoísta y nadie me lo reprocha. Cuido mi vida social hasta donde me apetece, a mi familia como la emoción requiere y cada día me convierto en un ser humano más interesante y pleno.

Tontear, divino tesoro. Esa sensación de seducir, de medirte a cada paso con las opciones que decidas, aprendiendo, explorando, sintiendo...Eso es ma-ra-vi-llo-so. 




No me paso el tiempo tratando de entender a nadie. Con lo que eso cansa. 
Ahí sufriendo las mochilas ajenas llenas de celos, restricciones, interrogatorios, traumas varios, comentarios sarcásticos, desplantes, ex novias perfectas...Sinceramente, me entra como una desgana crónica de pensar en salvar a nadie de sí mismo y de su vida - aunque nadie nos lo pide nunca, pero muchas mujeres somos así, tenemos complejo de rescatadoras. 
Cero ganas de psicoanalizar esas cabecitas atormentadas que pululan por el mundo intentando que vuelvan a vivir con optimismo. Ays mira, no. Ya rescaté a muchos piezas con mermas serias. Creo que he cubierto mi cuota de trabajos para la comunidad y me he ganado el cielo desde la perspectiva judeo-cristiana.

Y a pesar de todo este discurso, no me cierro a nada. No soy una terrorista anti amor. No deseo que el amor ajeno acabe, no me da náuseas ni rechazo, solo que... mi mundo no gira alrededor de ese asunto y me encuentro divinamente solita.
Si un día me doy cuenta de que alguna persona me hace sentir bien más a menudo de lo normal, quizás pensaré diferente. Quizás. Tal vez. 
Quién sabe si las matemáticas emocionales vuelven a cuadrarme y cambio de idea, de nuevo. 

ESTAR SOLTERA NO ES UN ESTADO OBLIGADO PORQUE NADIE NOS ESCOJA. 
Es una etapa de plena conciencia de nosotras mismas, llena de opciones y grandes momentos que de otra manera no experimentaríamos.

Si estamos solteras, sumerjámonos en ello y hagámoslo tan nuestro como podamos, es la única manera de pasar de fase -como en los videojuegos- interiorizando cada detalle del momento que estamos viviendo para sacarle todo lo positivo que ello entraña.

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