A veces pasa...



Con esta resaca electoral que sigue y sigue como el reflujo gástrico de una comilona dominical, me puse yo a meditar sobre esto de las elecciones y los candidatos y bla bla bla...total que me ha venido a la cabeza abrir un proceso constituyente, algo fino a la par que práctico, para entretener este verano que asoma ya las narices.

Basándome en esa idea, hace un par de semanas que abrí el período electoral y ando bregando con dos aplicaciones de éstas tan majas que te instalas en el móvil y de repente parece que tienes hasta éxito y todo.

Los que me leéis con asiduidad veréis que voy mejor de mi "bipolaridad": por eso de que ahora me doy de alta, más tarde me quito, ahora renuncio, luego me flipo, vuelvo a echar pestes y al final me vuelvo a dar de alta. Si, son cosas de la soltera moderna y lo que vives por la red, que te tiene en un sube-baja emocional sin sentido ninguno. Pero bueno, al lío.

Renegué hace meses de Tinder y he vuelto como la hija pródiga repitiéndome la cantinela típica: que digo yo que habrá gente maja, que todos esos loquers ya habrán encontrado novia, que quizás habrá chicos como yo... y todas esas cosas que me digo para mentirme convencerme de que no es la desquiciada herramienta del diablo para acabar conmigo.

Pues me adentro en esa selva solteril con el escudo de la experiencia bien pulido, con un texto en el perfil que no se anda con chiquitas (pero lleno de humor), pensando que sería suficiente para espantarlos y va y resulta que hace su labor estupendamente: Se me lanzan a puñaos. Tengo candidatos haciendo campaña de aquí al mes que viene. Algo inusual en mi trayectoria de soltera.

Hoy voy a hablar sobre una bonita historia de pasiones desmedidas, de "donde dije digo, digo Diego", de frustración, spam y tatuajes. Con estos ingredientes, mínimo hay que acabar de leer el post.

Pues quedo yo con un muchacho que así, de primeras, parecía normal. Lo de ser "normal" se utiliza hoy en día para definir al maromo que no se te lanza al cuello a los diez minutos de conocerte porque su prioridad NO ES EL SEXO, no comete faltas de ortografía para matar a la RAE en masa, es aparentemente maduro y resulta atractivo por la seguridad en si mismo que emana por los poros.

Aquí el chaval era arquitecto, alto, culto, con conversación y mentalidad abierta y viajada. Son esos que los ves al principio y no te terminan de convencer, pero que los vas viendo más guapos según muestran su personalidad. Un feo-guapo, vaya!!
Yo estaba encantada con la conversación mientras tomábamos algo. Me sentía que hablaba de igual a igual, cosa poco común. Los vinos dieron paso a una cena muy agradable y yo veía que este chico tenía papeletas.
La historia se podía haber quedado en: un besito casto y un nos vemos otro día. Pero no, él decidió que yo le gustaba tanto que se abalanzó desde el otro lado de la mesa y me besó sin medida, apasionado y encantado. Y yo, claro, con cara de sorpresa y con la satisfacción de que al menos la atracción era mutua.
Con el calor en el ambiente, pagamos la cuenta y yo, inocente de mi, creía que ahí quedaba la cosa. Pero...el calentón le cortó el riego al cerebro y entre besos y caricias en medio de la calle me propuso su casa o la mía. Mi cara de estupefacción ante su propuesta, con la información que venía manejando, me dejaron en la tesitura de decidir. Inicié una arenga interior hacia mi conciencia, mostrándole las virtudes de disfrutar del sexo esporádico, de darle a mi cuerpo alegría Macarena, de descubrir un amante/loquesea,...vencí los prejuicios con cierta facilidad y decidí jugar en casa, que siempre da ese punto de seguridad necesario cuando intimas con desconocidos.
El brazo me escocía porque había sumado a mi piel un maravilloso y flamante nuevo tatuaje unos días atrás. Al subirnos a mi moto, vio mi cara de dolor al ponerme la chaqueta y preguntó muy cortés que qué me pasaba. Le expliqué que soy fan de la tinta y que estaba estrenando uno.
En el desplazamiento hasta mi casa iba yo enfrascada en mi diálogo personal: si lo acabas de conocer y el muy listo decía que esto no era lo que buscaba. Y qué mas da!! Me apetece, le apetece...pues nada más que añadir!! Encima es muy majo, quien sabe si luego hay algo más...y así hasta que aparqué en mi puerta.
Entre besos y restregones, me dice que se marcha a su casa. A su casaaaaa???
Si, que se iba a su casa. Y me lo dice con esa tranquilidad de toro manso.

La huída me la trató de vender con que yo no era de esas mujeres para irse a la cama a la primera noche, pero yo sabía que ahí había algo más. Me resigné a dejarle ir mientras en acuerdo tácito nos seguíamos magreando como adolescentes, que ya que me dejaba caliente, al menos que fuera con motivos.

Pues sumida en mi frustración me dirijo a casa con cara de icono del whatsapp. Le tiro algún mensaje para intentar averiguar algo de ese momento "me desdigo" pero muy educadamente esquiva mis sutilezas.

Al día siguiente con la sensación de que algo no cuadraba, revisé la conversación del whatsapp para intentar entender si se me había escapado algo, con la mala fortuna de que con mis torpes dedos salchicheros pulso ese botón del infierno. Si, ese que ha aparecido en la aplicación como una ETS haciendo que llames por error a todo tipo de personas, generando conflictos de lo más variado.

Mi maromo indeciso ve la llamada y con valentía decide enfrentarme de verdad y contarme qué ha pasado.
En su discurso se mezclaron todo tipo de excusas: Desde que no le gustaban los tatuajes nada de nada, a que yo no era su tipo de mujer, que físicamente no le era de su agrado, etc...Pero eso sí, le resultaba muy atractiva. WHAT??




A pesar de que soy consciente de que no le puedo gustar a todo el mundo, si a mi me sobrevuela la duda de si mi cita me gusta o no, no le meto la lengua hasta la garganta, le bailo la lambada en "slow motion", le "aproach the onion" y luego ya si eso, me piro a mi casa.

Noooo, nene, noooo. Nadie te explicó eso de no calientes lo que no te vas a comer??

Pues se ve que él se perdió ese capítulo. Le sugerí que acudiera a un profesional a tratarse esa impulsividad de cuestionables consecuencias y con un: mucha suerte!! Me alegré por un instante de que este loquer volviera a su cueva sin grandes consecuencias para mi integridad emocional.

La gracia es que como buen caballero desequilibrado mentalmente, me felicitó mi cumpleaños unos días más tarde y sin que eso fuera suficiente, me envía el siguiente mensaje dos días después de mi cumple:



Ya mi móvil lo detectó como Spam. Así, a la primera.

Y haciéndole un homenaje al gran Ángel Sanchidrián va mi conclusión sobre esta experiencia tan bonica:

Te recomiendo a este chiquín si quieres que te bailen la lambada en "slow motion" y te calienten como a una mona para luego no comerte ni las fichas del parchís.

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