Spanish Horror Story



Estoy en fase ascazo, y lo sé, lo sabes,...todos lo sabemos.

La semana pasada me acerqué con unas amigas a un evento de esos de un portal de citas, al cual voy a poner a parir sin misericordia, por lo que diremos que empieza por M y acaba por C, muy famoso, de esos que salen por la tele con sus anuncios modernos y divertidos que nunca te harían creer que organizarían algo chusco y bajuno.
El evento lo llaman Las Quedadas y sinceramente, no podía ser más cutre.

Fue en una discoteca para emular una especie de afterwork pero a lo hortera, porque es por todos bien conocido que dicha actividad sucede siempre en un bar a ser posible bonito y con buena iluminación.
La discoteca en cuestión está ambientada como un barco pirata, muy oscuro y muy antro todo, honestamente. El chiquín de la puerta no se enteraba de nada y ni nos encontró en la lista. Nos dio unas tarjetas que pretendían ser graciosas pero que nadie entendía, para ir a buscar al chico que la complementara y poder pedir la copa que te prometían durante la primera hora de la "quedada". Luego todo es mentirita de la buena, porque no hay hombres y si los hay, te escondes en el baño mientras te balanceas y murmuras.

Obviamente los organizadores no controlaron nada de nada y como no podía ser de otra manera, era la fiesta de la almeja o The Clam´s Party, que queda como más chic




Mujeres de todas las edades, ejem, bueno...mayoría de maduras con las expectativas muy altas y cierta mirada desesperada en los ojos que me hicieron reflexionar si yo doy la misma imagen y casi me desmayo de la impresión. Autoricé a mis amigas a que llegado el caso, si me ven con esa actitud dantesca, me den un tiro de gracia, me eutanasien sin extrema unción y acaben con mi sufrimiento social





Como buen evento español cutre y baratero había croquetas a manos llenas y tortillas cortaditas en taquitos con sus palillitos y sus blondas blanquitas sobre bandejitas de cartón. Todo muy sofisticado y actual, por supuesto.
El ambiente solo hacía que nos preguntáramos qué hacíamos nosotras en un barco pirata comiendo croquetas y mirando alrededor con cara de esto no va conmigo. Si a eso le sumas que las croquetas hacían bola en la garganta y si ibas a pedir algo a la barra, huyendo de emparejarte con los participantes de aquel ecosistema, las camareras solo te podían ofrecer cerveza y pelotazos varios. Si no bebes cerveza, no hay alternativa posible a ponerte como las grecas a las nueve de la noche de un jueves. Todo muy democrático, muy elegante,... maravilloso.

Nos situamos cerca de la entrada para tener una vía de escape y así, llegado el caso, huir sin llamar mucho la atención y tambieeén, por si el karma nos recompensaba enviándonos a tres zagales bien parecidos y simpáticos que cambiaran el rumbo de la noche. Para ese caso estar en la entrada responde a la estrategia más que a cualquier otra cosa. Ellos entran, te ven primero, tu interceptas su paso casualmente y los atraes hacia ese lugar donde otras féminas no tendrán acceso y ellos no tendrán salida: el círculo de tus amigas. Y ahora debería sonar esa risa maquiavélica, de mala de película con una música de orquesta in crescendo. Como podéis ver, está todo pensado para eventualidades varias.




El karma obviamente solo enviaba especímenes salidos del circo de los horrores, con todo el respeto con el que se puede decir eso, claro está. Que este discurso suena superficial y bastante tontito, pero no, creedme, daban miedo. No había alcohol en la tierra que aturdiera lo suficiente para aguantar ese panorama.



Oímos una cincuentona decirle a su amiga: ¡¡Acábate eso que hay que ir a buscar!!. Pobre amiga, con la croqueta a medio masticar y presionada para ir en busca de lo inexistente.
Al oír eso, un escalofrío nos recorrió la columna y decidimos que era momento de huir, muy lejos...concretamente al bar a la vuelta de la esquina. 






El alma inocente de la puerta nos preguntó si volveríamos y las tres coordinamos un sí mientras apretábamos el paso. Solo había mujeres entrando a raudales y nos sentimos reconfortadas de esa bomba de humo sin precedentes.
Solo puedo decir a favor del portal que el asunto fue gratis, porque si encima tengo que pagar, me corto las venas.

En el bar, bonito, lleno de gente normal que se reunía después de una jornada laboral intensa a tomar su cervecita, los ánimos se estabilizaron y conseguimos ahuyentar las imágenes de ese naufragio pirata, con esa tripulación de espanto, a base de tintos de verano y conversaciones de chicas que dan mucha risa.

A pesar de todo seguimos pro activas, con buena actitud y superando ese asco crónico que nos invade. Seguimos exponiéndonos a conocer gente, a experimentar, a crecer, a aprender,...es un camino duro y a veces solo te dan ganas de que te mate un camión, pero luego te ríes de todo y vuelves a la carga.

Conclusión: 
Te recomiendo estas quedadas si te gustan las croquetas que hacen bola y el episodio piloto de Spanish Horror Story.


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