Solteradas: Camino Soria



Bueno, ahí estaba yo un día cualquiera con mi app actualizada y todos los hombres que se me habían cruzado ya estaban clasificados en síes y noes. Todos los que quedaban eran potenciales citas. Orden ante todo. 

Llegué tarde de trabajar una noche y claro, venía espídica perdida, con la adrenalina hostelera por la venas y que no, que no me dormía. 
Así que miré el móvil y ahí había una respuesta de un chaval que quería captar mi atención. 
Resultó ser un personaje peculiar a la par que interesante. 
Cómico de profesión, de estos asiduos de la Chocita del Loro y demás templos de la risa. Aparente en sus fotos y de conversación animada y fluida. 
Total que me dormí a las seis de la mañana hablando con el sujeto en cuestión. 
Hasta aquí todo en orden. 
Peeeero...¿cómo podía acabar bien eso?? ¡¡De ninguna manera queridos!! Mis citas parece que las guioniza George R.R. Martin, con esa mala baba que le caracteriza. 

En un momento determinado mi gracioso interlocutor me invita, en un arrebato fruto de su adrenalina,-venía de una actuación bastante engorilado- a asistir a un bolo que tenía el domingo en Soria. 
A mí se me apareció Jaime Urrutia en la mente y esa canción mítica de Gabinete Caligari, "Camino Soria" y después de un rato de insistencia, dije...¿por qué no?
Es cierto que fui prudente y le traté de disuadir, pero creo que en su universo yo era una musa merecedora de tal ofrecimiento y su compañera ideal de aventuras. Vamos, que se flipó mucho. Yo estaba alucinada de su propuesta pero para evitar una catástrofe social pactamos un desayuno previo al viaje en el que decidiríamos si hacíamos el loco o mejor no
Esos arrebatos son de novato de primero de Tinder. Error. 
Pero bueno, ante ese desayuno, consentí. La vida es una y no todos los días conozco a un cómico majo y aparente en las redes. Así que nada...cancelé ciertas cosas que tenía previstas y dispuesta y con la mente abierta quedamos por mi barrio.

Para mi sorpresa, físicamente no se parecía a fotos y vídeos de actuaciones que me envió. Era radicalmente diferente -diferente en el sentido de que a mis ojos y a su concepto de belleza no le encajaban- y desde luego en la cara se me tuvo que notar. 
En cinco minutos yo ya había decidido que con aquel señor no tendría nada más que una sana amistad si así surgía...en honor a la conversación virtual de la noche anterior, solo por eso. 

Mi actitud bromista y relajada no llegó nunca a materializarse porque básicamente el caballero tiene cierto comportamiento inquietante: te observa de reojo de manera muy descarada, como si quisiera ver todas tus expresiones y miradas, quiere ver algo que no capta mientras charla.... quiere ver cada pequeño gesto y averiguar qué piensas. 
Esa insistencia incómoda de persona con las habilidades sociales mermadas me dejó fría. 

Mi sorpresa llega cuando es él el que comienza a manifestar sus dudas respecto al plan. Mi primera reacción fue alivio hasta que comenzó a justificar su decisión con mil excusas que, sinceramente, lo empeoraban por momentos. 
Mi cara debía ser un poema. 

Como estoy en esta fase tan mía de diarrea verbal y que tal cual lo pienso tal cual lo digo, le aclaré los términos muy rápidamente: 

1. Me invitó él en un arrebato pasional e hizo lo imposible por convencerme. 

2. Fui la más razonable de los dos buscando un término medio.

3. Hay que tener cuidado con las propuestas y los planes con desconocidos, no sea que la espontaneidad te pase factura y debas retractarte.

No necesitaba excusas, si no le apetecía o no le parecía bien...mejor decirlo con naturalidad y no insistir con tonterías varias sobre el destino y el karma. 
La cita duró veinte minutos, gracias a dios, y yo volví a mi casa muerta de la risa contándoselo a mi amiga por teléfono. Él como comediante no sé si tendría gracia, pero la situación, por surrealista, me parecía desternillante.

A pesar de todo, ese día fue uno de los mejores días que he pasado en los últimos tiempos por otros cien motivos. No hay nada más poderoso que fluir con la vida. 

A mi querido cómico de peculiar nombre le deseo la mayor de las suertes en su mundo caprichoso y caótico...yo, mientras, seguiré escribiendo anécdotas de solterita moderna y me perderé Soria mientras suena Gabinete Caligari...

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